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COMO FUNCIONA UNA INFILTRACION EN EL DEPORTE

¿Cómo funciona una infiltración en el deporte?

 

Muchos atletas emplean la infiltración como método habitual, es decir, se inyectan corticoides directamente sobre zonas lesionadas con diversos fines, entre ellos, poder concluir en un estado físico apto las competencias. Sin embargo se ha comprobado que su uso prolongado acarrea diversos efectos secundarios.

Muchos atletas de alto rendimiento emplean la infiltración como una opción para concluir una competencia importante. Este procedimiento consiste en la administración directa de corticoides (esteroides) en la estructura lesionada para realizar un tratamiento, calmar el dolor, acelerar la recuperación e inclusive para retrasar una operación.

Esta práctica es mucho más rápida y eficaz que el medicamento suministrado vía oral o intramuscular. Los corticoides se emplean en hombro, codo, mano, pie, cadera, pelvis, rodilla o tendinitis con el propósito de que el atleta pueda continuar con una competencia.

Los corticoides pertenecen al grupo de los esteroides, (hormonas que produce el cuerpo en las glándulas suprarrenales), cuya función es controlar la inflamación del sistema inmune y el metabolismo del plasma de la sangre, además se encargan de regular el estrés del organismo.

Al igual que ocurre con los tenistas por ejemplo, otros atletas recurren a la infiltración para tratar lesiones, disminuir el dolor, acelerar el proceso de curación o aplazar una cirugía para continuar en competencia. Como dijera Rafael Nadal tras jugar con una lesión en la rodilla derecha, “es válido infiltrarse si estás en las últimas rondas de un torneo tan importante como Wimbledon, pero no se debe competir infiltrado desde el primer día”.

Es de vital importancia diagnosticar al atleta, para determinar si es necesario hacer una infiltración y qué tipo de medicamentos complementan el tratamiento, profundizó el experto.

Aunque son medicamentos seguros, al emplearse para atender enfermedades como la osteoartritis o la artritis inflamatoria, su uso prolongado presenta efectos secundarios, tales como glándulas suprarrenales deprimidas, úlceras y en casos muy extremos está  el riesgo de sufrir una artrosis (proceso degenerativo crónico óseo), al ser sustancias inmunosupresoras.

Para evitar esos efectos, no se debe colocar más de tres infiltraciones en un periodo de 15 días, evitar la automedicación o la mala indicación por parte de un profesional de la salud.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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